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Ex mercado del Cerro

Autoría: Ricardo Antúnez / Centro de Fotografía – IM
Autoría: Ricardo Antúnez / Centro de Fotografía – IM

El Cerro, con 132 metros de altura, fue el natural referente de los navegantes y distintivo de la ciudad. Ubicado a los pies de la bahía, fue además punto de vigilia y defensa de la colonia española, para lo que se construyó en su cima un faro (1802) y una fortaleza (1811). La zona fue escenario de numerosos acontecimientos bélicos vinculados a los avatares de la vida política local hasta principios del siglo XX. La Villa del Cerro se creó por decreto en 1834, con el objetivo de asentar la industria saladeril, fomentar la inmigración e instaurar una matriz productiva en el recientemente creado Estado Oriental del Uruguay. El ministro Lucas Obes lo denominó cosmópolis, en referencia a su composición social.

Durante el siglo XIX se instalaron varios saladeros en la zona. El más importante fue el de Rosauro Tabárez, que ocupaba a mil quinientas personas en época de zafra. Además de fuente laboral, el saladero contribuía con la dieta de los cerrenses a través de donativos de carne. Hacia fines de siglo la salazón pasó a ser sustituida por el frío como  método de conservación; capitales ingleses y norteamericanos se ocuparon de incentivar esta empresa.

En los frigoríficos obtuvieron empleo buena parte de los inmigrantes que llegaron por aquellos años, así como los migrantes internos, que abandonaron las zonas rurales del país en busca de trabajo. Entre los tres frigoríficos (Nacional, Swift y Armour) llegaron a emplear en los períodos de mayor zafra a más de 10.000 trabajadores. La crisis de esta industria empezó en 1957 cuando los capitales extranjeros se retiraron del barrio. Luego de las largas luchas llevadas a cabo por sus trabajadores en la década de 1960, la dictadura civil-militar (1973-1985) marcó el fin de la era de los grandes establecimientos frigoríficos en el barrio.

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